La libertad de las emociones
Parte del trabajo que me surge, casi en cada caso, en la consulta tiene que ver con permitirnos sentir; sea lo que sea lo que sintamos.
La reflexión es siempre la misma: lo que yo siento no es ni bueno ni malo, es lo que yo siento.
Lo que hago con lo que siento; es decir, la acción que desarrollo es la que puede ser buena o mala, lo que siento no.
¿Por qué es importante esto?
Porque si me permito sentir sin juzgarme, desde mi libertad y reconocimiento, podré desarrollar acciones positivas para mí y positivas para el otro, reconociendo también su libertad.
Sin embargo, cuando no me permito sentir, cuando me juzgo en mi emoción, enfermo. Y entonces, desde la enfermedad me justifico en mis acciones, aunque estas acciones me hagan daño, a mí y a quienes me rodean.
Por ello, es tan importante reconocernos en la libertad de sentir aquello que sintamos y nos centremos en medir las consecuencias de nuestras acciones, en un acto de responsabilidad con nosotros mismos y nuestro entorno.
A NIVEL EMOCIONAL TODO ES POSIBLE: ¡SIENTE!