Las mujeres de mi vida: La guardiana de los bosques
La primera vez que se acercó a mí fue porque le llamó la atención mi estética – según decía cuidada y personal- y lo que transmitía – seguridad y confianza-.
Resulta curioso que fuera precisamente eso: la confianza y seguridad, en ella misma, lo que tuvimos que trabajar.
Una vez más se confirmaba la teoría de que lo que nos llama la atención del otro tiene que ver con nosotros mismos.
Recuerdo que me costó mucho trabajo que se relajara en consulta y , aún hoy, después de años de relación terapéutica, cuando nos encontramos en algún taller, durante los primeros minutos, vuelve esa postura tensa que impide ver su amabilidad.
Dicen que la piel tiene memoria y debe ser así, porque en el origen de su nombre aparece reflejado que será mujer misteriosa y que tomará distancia de la gente al no confiar en ella. Lo que su piel no imaginaba es que al elegir una terapeuta de las caricias – reales y figuradas- aprendería a colocarse en su lugar: con la distancia justa y el acercamiento preciso.