La importancia del vínculo entre terapeuta y cliente
¿Se puede querer a un@ cliente?
La respuesta es sí. Se puede y se debe querer a un@ cliente. Has de quererl@ en la medida en que su incapacidad para aceptarse, quererse y respetarse le ha traido a tu consulta y durante un tiempo has de representar esa aceptación, respeto y amor hasta que el o ella tengan la capacidad de cogerlo para sí mism@s.
Has de quererl@ como reconocimiento al tiempo que vas a pasar junto a esa persona en consulta. Has de querer su relato o, al menos, las partes de él que puedan resultar sanadoras y has de rechazar las conductas e ideas que provocan inmovilidad, insatisfacción y daño. Pero, incluso ese rechazo debe darse desde el amor, desde la fe en el/a otr@ y en su capacidad de cambio.
Necesariamente has de generar ese vínculo (esa alianza terapeutica en palabras de Valentin Escudero) y no hay que tener miedo en vivirlo desde el amor hacia la otra persona. Sólo amando, reconociendo y aceptando al cliente podremos ayudarle en su propio proceso de reconocimiento y aceptación.
Por otro lado, es importante señalar que el amor no, necesariamente, está ligado al apego.
En un contexto terapeutico, el amor pasa por creer en la capacidad de recuperación, cambio y transformación de la persona. Pasa por saber y procurar decir adiós cuando tal cambio se ha producido, reconociendo al otro y la parte de nosotr@s que se va con ella.
La persona que se ocupa de ti, la que se alegra con tus logros, la que respeta tus elecciones…es vivida como alguien que te quiere y necesariamente como terapeuta has de colocarte desde ahí.
El amor es sanador y la terapia también. ¿Por qué no podrían ir de la mano?