Para qué ir a Terapia.Experiencia personal
La experiencia personal relatada debajo forma parte de una de las mujeres de mi vida. Es una de las personas que guardando su identidad ha querido compartir su proceso terapéutico con la intención de arrojar luz y apoyo a la terapia y a los terapeutas.
¡Espero que os sirva!
Madrid 5 de Febrero de 2018
Cuando me enteré de que Patricia arrancaba una sección de su blog llamada las mujeres de mi vida me entusiasmó la idea de que mi propia experiencia apareciera junto a la de otras personas.
Compartir el antes y el después de un proceso terapéutico es una maravillosa manera de arrojar luz a personas que dudan sobre si la terapia pueda ser la solución a su situación. Y por si esto no fuera suficiente, hay que reconocer que es maravilloso descubrir que lo que sientes tú, también lo ha sentido otra persona.
Con el permiso de Patri y mis ganas locas me decido a escribir mi experiencia en terapia.
La semana en la que estoy escribiendo estyo no es una de mis mejores semanas aunque, si un increible momento para compartir con el lector que hacer terapia no te exime de sentirte mal pero si de sentir que resbalas como una piedra por una colina.
Primer aprendizaje: La terapia ayuda a conectar contigo mismo en momentos díficiles y saber gestionarlos a tu favor.
Comprender mi vida me ha demostrado que ésta es una línea que fluctua entre dos variables: cambio y continuidad. Por ejemplo, yo esta semana estoy experimentando más cambios que continuidad y sin embargo, hay días en los que siento que todo es tan estático que temo el próximo revolcón.
Creo que me comprenderéis cuando digo que son esos días en los que eres más consciente de tu cuerpo, tu mente y de lo que pasa a tu alrededor. Son días en los que te das cuenta de que algo falla, de que algo no debes de estar haciendo bien cuando en vida, aquí y ahora, no consigues sentirte completa. Las cosas no salen como tu quieres, no te sientes valorada ni respetada por aquellos que te rodean ¿Te ha pasado?
A m si, de hecho aprender a crecer para saber gestionar sentimientos de inferioridad fué lo primero que aprendí con Patri. Los sentimientos no se esfuman, se siguen sintiendo hasta que los identificas y comienzas a trabajar en ellos.
Yo podría echar la culpa al mundo por sentirme así de pequeña e infravalorada, podría decir que no me rodeo de la gente adecuada, que son egocéntricos, egoístas, fríos y que me dejan a mi en una posición de invisibilidad o incluso que me tratan como si tuviera quince años pero no. Ahora y después de todas las sesiones de terapia he aprendido que no hay culpables solo responsables, y que una de las responsables de cómo me relaciono y de cómo se relacionan conmigo soy yo. Al menos, soy la única que puede hacer algo para remediarlo.
Hace más de 10 años que comencé a involucrarme en mi crecimiento personal y a preguntarme quién era y qué pasaba a mi alrededor para sentirme tan mal conmigo misma. Desde que comencé a cuestionarme mis actos y mi forma de ser he visto cientos de videos, he leído cientos de artículos y una decena de libros sobre autoayuda. Todo el material que cayó en mis manos me abrió una puerta hacia un pensamiento diferente, me ayudaron a comprender que lo que me pasaba era común pero no acerté a saber quién era yo. No pude aprender a respetarme. Puedo decir que aprobaba la teoría pero suspendía la práctica.
No acerté a distinguir la diferencia entre lo mío y lo de los demás, ni tampoco aprendí como hacerme un hueco en este mundo, hasta que llegué al salón de Patri.
Conocí a Patricia por una amiga en común. Ella y mi amiga asistian a clases de baile juntas y coincidimos en un espectáculo de danza. Cuando me la presentaron no paré de mirar a esa mujer alta, de pelo morado que hablaba con tanto amor sobre cosas mundanas. Tenía y tiene la capacidad de valorar en positivo las pequeñeces del día a día. Al hablar era como si acariciara cada palabra que decía. Ella tan normal, transmitía paz, calma y amor a partes iguales.
Meses más tarde de conocerla y como parte de mi estado emocional en decadencia la llamé con la necesidad de arreglar todo lo que me estaba pasando.
Así comencé mi camino al lado de Patri, un camino interrumpido por una mudanza, trabajo y miedos que me hacía llamarla para concertar citas y otras veces para cancelarlas.
Han pasado cuatro años de aquello y de vez en cuando sigo acudiendo a talleres, y revisiones por puro placer.
Puedo afirmar que tengo normalizados muchos hábitos y conceptos que me ayudan a disfrutar de la vida. He aprendido a manejar mis emociones a mi favor y no en contra.
He descubierto muchas cosas sobre mí que desconocia, mi entorno se ha movido, mis relaciones ya no son lo que eran pero ojo, no voy a decir que fue un milagro. Un proceso terapeutico es un trabajo de campo en el que a veces estás de rodillas en el barro mientras otras estás de pie mirando al frente, valiente y dispuesta a encajar lo que venga con todas tus armas.
Comprender que mi vida es responsabilidad mía y que puedo trabajar para que esta se mejor es uno de los primeros descubrimientos con Patri. Interiorizar y saber cómo ponerme al mando es el aprendizaje más importante de mi vida. .
Me gustaría que el lector de este testimonio supiera que la sociedad nos vende una falsa plenitud. Una felicidad inexistente. La alegría perpetua no es natural.
La vida es un balance y para vivirla plenamente debemos de conocer a la perfección nuestras herramientas y nada mejor para ello que la terapia.
Es muy importante caminar por el camino elegido por nosotros mismos e ir equilibrando nuestro día a día de la mejor forma posible. Cuando interiorizas esto comienzas a sacar jugo a cada día incluso, a esos ratos en los que parece que todo se derrumba.
Un objetivo muy muy interesante que se consigue con Patri es la capacidad de mirar a tu alrededor de manera objetiva. Visualizar la relación que mantienes con aquellos que te rodean es básico porque ellos influyen en tu crecimiento y tú influyes en el suyo.
No digo que se aprenda a criticar la relación que mantienes con tu madre, hermana, amiga o compañerade trabajo. Digo que visualizas lo que está pasando sin juicios para poder buscar una solución más eficaz y descargar de la espalda esa mochila que a veces, pesa demasiado.
Esta parte es la que más me sorprendó de la terapia con Patri. Ella escucha de forma tan activa que te ayuda a ver heridas no cicatrizadas con el entorno y te anima a encontrar una solución a las mismas.
Está muy de moda clasificar a las personas como tóxicas. Así , sin más las señalamos y nos creemos con el poder de ponerles el cartel de DANGER. Esto además de soberbio es ineficaz. ¿Acaso juzgar como tóxico a alguien te enseña a gestionar tu relación con esa persona? ¿Creerte con el conocimiento para clasificar a una persona como tóxica te hace ser mejor persona a ti? Rotundamente no.
Voto sin dudas que para ser mejores personas e incluso felices con nosotros mismos debemos de aprender a mirar nuestro entorno sin juicios y esto se consigue con Patri.
Además una vez que lo aprendes es maravilloso observar desde la distancia el efecto que las relaciones generan en ti. Tu perspectiva de tu vida cambia cuando entiendes la razón por la que esa relación es así y lo que puedes hacer para mejorarla.
Como conclusión puedo decir que la terapia con Patri me ha enseñado a buscar y encontrar la calma, respetar mis estados, solucionar los conflictos desde la comprensión y relacionarme con los demás desde el amor hacia mi misma. Creo que es bastante, creo que merece la pena y sin dudarlo lo haría mil veces más. Por muy duro que sea.
¡Muchas gracias!