Verdades y mentiras sobre la Zona de Confort
¿Y si no quiero salir de mi zona de confort?
Si sientes que te cuesta salir de tu zona de confort o incluso crees que no debes abandonarla sigue leyendo. Lo que voy a contarte te dará una visión diferente sobre tu propio crecimiento personal.
Empecemos…
Perseguir un sueño sin conocerte es como soltar un globo. Sube y sube sin que nadie le sujete.
¿Cuántas veces has conseguido algo solo porque tu trabajo lo requería? ¿Con qué frecuencia das consejos a personas que ni tú te aplicas? ¿Cuántas veces criticas a alguien por algo que en el fondo a ti te gustaría realizar? ¿Cuántas veces comienzas dietas, deportes, actividades solo porque los demás lo hacen? ¿Con qué frecuencia te sientes mal por no ser ordenada, moderna, puntual o no saber un idioma?
Seguramente, más veces de las que te gustaría reconocer. Y es humano.
Como también es humano temer a lo desconocido o al fracaso aunque no todos reaccionemos al miedo de la misma manera. Es lícito no querer enfrentarte a lo que te provoca malestar. Recuerda que tienes el derecho a quedarte donde estás si lo que de verdad te hace feliz es no avanzar.
Pero… ¿Y qué pasa con todos los mandatos que recibo del exterior para que me mueva?
¿Si me quedo en mi zona de confort no estaré tirando a la basura mi vida? ¿Si no realizo acciones nuevas, si no me arriesgo a comenzar aquello que temo, me estaré perdiendo muchas experiencias? No, si tu lo crees y Si, siempre y cuando lo sientas.
Y es que existen tantos mandatos y fórmulas mágicas de felicidad y crecimiento personal que nos creamos más patologías de las que tenemos e impulsamos más cambios de los que necesitamos. ¡Así, sin medida!
Esto se debe principalmente a que tomamos de fuera lo que creemos que nos falta dentro. Comemos sin tener hambre y bebemos sin tener sed. Cuando lo que necesitamos lo tenemos en la palma de la mano.
Tal y como decía al principio: Un globo puede subir pero si nadie lo sujeta, no tiene dueño. Nadie celebrará su llegada a la meta porque el camino ha recorrido hasta el cielo no ha sido realizado por alguien consciente si no por un conjunto de normas físicas , en el caso del globo, y autoimpuestas si pensamos en el terreno del crecimiento personal.
Nos perdemos por el camino agarrandonos a tips y consejos sin poner filtro alguno, sin comparar si aquello que leemos o escuchamos va con nosotros. Pensamos que cumpliendo los consejos que nos dan seremos mejores persona, obtendremos más cariño, más respeto y/o seremos felices.
Una de estos tips o consejos es la famosa Zona de Confort. Seguro que has escuchado que si nos sentimos mal es porque estamos en nuestra zona de confort y que debemos de salir de ella para comenzar a sentirnos bien. Yo no estoy de acuerdo con esto y ahora te explico por qué.
Este término fue originado por y para aumentar el rendimiento de las empresas y sin embargo lo hemos aplicado al crecimiento personal. Está bien pensado porque en realidad funciona, claro que funciona. Cambiar hábitos, superar barreras, marcarnos un objetivo SMART y conseguirlo aumenta las endorfinas y nos hace sentir poderosos. Hasta ahí todo correcto, sin embargo debemos de preguntarnos si en ese continuo cambio, auto-motivación, objetivos... hay parte de nosotros o por el contrario están llenos de “cosas” que nos marcamos conseguir para dejar de sentirnos nosotros mismos.
Nos hemos acostumbrado a definirnos según los objetivos que conseguimos sin darnos cuenta de que ya somos valiosos consigamos o no consigamos nuestros objetivos.
Debemos de tener claro que somos mucho más que aquello que realizamos, somos más que lo que dicen de nosotros.
Somos todo lo que hemos aprendido, sentido, vivido… nuestros defectos y nuestras virtudes. Nuestra zona de confort somos nosotros mismos y avanzar o no avanzar dependerá exclusivamente de lo que creamos que nos proporciona paz. ¡Ojo! digo paz. No digo energía, satisfacción, orgullo, alegría...
La llamada zona de confort es un término ambiguo. Es decir tiene dos connotaciones y eso a priori descuadra pero explicado con énfasis tenemos la sensación de que el problema está en nuestro entorno, pensamos que lo que nos hace falta es explorar nuevos caminos. Y no es así.
Comencemos preguntando a la lógica ¿Te comprarías un colchón que no pareciera confortable? ¿Te sentarías en un lugar obliquo en el que vieras que tu comodidad no está asegurada? Entonces ¿por qué consideramos que debemos de salir de la zona en la que nos sentimos seguros?
El mismo Alasdair White, creador del término zona de confort, define:
“La zona de confort es un estado de comportamiento en el cual la persona opera en una condición de "ansiedad neutral", utilizando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo
Esta definición refiere un estado mental de supervivencia. Por lo tanto, si lo que deseamos es modificar la parte en la que dice “nivel constante de rendimiento” por “aumento de rendimiento” tendremos que incluir en nuestro día una buena ración de emoción positiva, un buen toque de ansiedad y algunas herramientas de auto-confianza enfocadas a la consecución de un objetivo"
¡Perfecto! Ya estamos listos para conseguir aquello que nos propongamos.
El “pero” de toda esta receta viene cuando:
Creemos que si no estamos en continua evolución no progresamos.
Sentimos que nos estaremos completos y felices cuando cumplamos nuestro objetivo.
Consideramos que todo aquel que nos desvía de nuestra meta no nos quiere bien.
No disfrutamos del camino.
Nos sentimos mejores por tener un objetivo y estar luchando por él.
Sentimos malestar por estar en nuestra zona de confort.
Consideramos que si no peleamos por nuestro objetivo nos sentimos mal.
Proponerte un objetivo como único motor de tu vida.
Todo esto, se debería de mirar con lupa ¿No crees?
Salir de tu zona de confort es necesario cuando sientas que estar en ella te está perjudicando. Y aún así, antes de salir, deberás de revisar si lo que sucede es que no estás en ella.
Debemos de tener claro que si algo me perjudica de mi entorno no estoy en mi zona de confort. Es decir, debo dedicarme a crear mi zona de confort, no a salir de ella.
Para ello, para fabricar un lugar cómodo en el que vivir, debo de buscar y encontrar lo que me lastima, ponerle nombre y observar qué puedo hacer para sentirme mejor. Actuar y planificar un objetivo, sí, pero desde tu interior.
Puede ser que encuentres que tu pareja no te apoya lo suficiente y eso te emite tanto daño que no consigues nada de lo que te propones. La solución no siempre es apartarte de tu pareja, o marcarte un objetivo profesional que te distancie, sino gestionar la relación tienes con las personas que te dañan, trabajar aquello que te incomoda y poder así ver de forma más clara, qué es lo que te satisface.
Marcarnos metas y objetivos está muy bien como crecimiento personal, es necesario para gozar de autoestima, sin embargo a veces los objetivos propuestos están más enfocados a evitar lo que sentimos que a solucionarlo.
Por ejemplo, una persona que no siente amor por si misma no deberá proponerse aumentar su rendimiento laboral o encontrar una pareja que la quiera. Necesita aprender a encontrarse con sigo misma, conocerse, valorar quién es para así construir una vida a su manera y no esperar a que la vida le proporcione lo que ella pide.
¿Poco a poco? Si.
¿Lento? Dependerá de nosotros.
Es más efectivo conocer tu zona de confort y lo que te resulta poco confortable que ampliar esa zona y salir a buscar experiencias que nada tengan que ver con lo que te incomoda.
En muchas ocasiones estamos tan frustrados e infelices que nos lanzamos a generar cambios que no van con nosotros y eso, a la larga, perjudica a nuestro autoestima.
La sociedad nos indica a pensar en positivo, a luchar por nuestros sueños, a ser lo mejor de nosotros mismos, cuando en la mayoría de ocasiones no nos apetece pensar en positivo, no tenemos sueños por los que luchar y no nos apetece sacar lo mejor de nosotros para dárselo a los demás. Y tenemos derecho a ello.
Estar en tu zona de confort es sentirte en paz contigo misma/o. Sentirte bien te impulsará a realizar acciones que te aporten más bienestar sin sentir estrés o ansiedad por salir de una zona, sino que lo vivirás como algo más en tu vida. Como un desarrollo habitual en ti y no como un continuo reto.
Me parece importante señalar que regresar a la zona de confort es muy utilizado por psicólogos y terapeutas en pacientes con alto nivel de estrés, ansiedad y trastornos graves. porque volver a tu zona de confort es como llegar a casa.
Debo de apuntar también que la creencia de que se puede regresar a la zona de confort porque esta no desaparece sino que crece, no se aplica en la mayoría de casos. A medida que aumentamos en nuestro crecimiento personal es más difícil volver a vivir situaciones ya superadas. El ejemplo lo vemos en la cantidad de confrontaciones que se crean entre padres e hijos cuando los últimos deben de volver a convivir con la familia de origen después de haberse independizado y/o haber formado una familia.
Por otro lado la teoría de la Zona de Confort en la empresa o como estrategia para conseguir un reto laboral es positiva. Genera cambios y motivación de forma rápida y eficaz.
Todo sobre esta teoría se puede leer en el libro publicado por el White en 2009 “From Comfort Zone to Performance Management”
Como curiosidad, comento que el término fuera de mi zona de confort ya venía usándose en Ámerica durante los años 20 para decir que algo estaba fuera de tu alcance y que por ello no podrías realizarlo (en inglés out of my comfort zone)
Para despedirme. Deseo agradecerte que hayas llegado hasta aquí y espero que este post haya sido de tu ayuda.
Recuerda aprender a ser tú para quererte a ti.
Un beso, Patri.